viernes, 7 de marzo de 2014

Angel Traisset. 100 años


El milagro de la mula Farruca


         -¡Sólo la faltaba hablar ¡- me decía el centenario Ángel Traiseset-  ¡qué buena era ¡ Te digo yo que si hubiera hablado la Farruca había ido a la escuela. Si es que era inteligentísima, noble, lista era el no va más. ¡Sólo la faltaba hablar. Te lo digo yo – repetía el anciano señor al que le gustaba bailar con su mujer y lo estuvo haciendo en las fiestas del pueblo hasta los noventa y tantos años. – A esa mula la enganchábamos al carro para ir a la pradera de San Isidro en Madrid lleno de chicos y tenía más cuidado de ellos que el propio padre. ¡Sólo la faltaba hablar! La mula Farruca hizo un milagro y te lo voy a contar para que perdure en los anales de la historia a ti que te gusta escribir.

-¿tú sabes el milagro de San Isidro en Madrid?

- Si – le conteste yo- Un niño cayó a un pozo y llegó San Isidro e hizo crecer el nivel del agua hasta el brocal para poder coger en brazos a la criatura.

- Si señor – decía- pues la mula Farruca en la pradera de San Isidro hizo otro milagro.

Estábamos toda la chiquillería bañándonos en el Jarama un San Isidro en Madrid. Allí llevábamos la merienda y toda la familia pasábamos un día de campo. Habíamos ido con el carro y la mula. Había miles de personas, y ella permanecía suelta comiendo hierba pero se yo que estaba pendiente de los chicos que había llevado en el carro por si a alguno le pasaba algo. Si es que ¡solo la faltaba hablar!. Si regañaba algún chico forastero con nosotros se acercaba la mula y con las orejas gachas rebuznaba y ponía en orden al extraño. Pues digo que estando el rio lleno de bañistas yo me metí muy adentro, tanto que como no sabía nadar me ahogaba braceando en el agua, nadie me ayudaba, yo me veía morir, tragaba agua y de una manera angustiosa intentaba salir pero no hacia pie. Voceaba, pedía auxilio, y yo creo que oyó mi voz. La mula Farruca que me vio entre toda la algarabía  de gente echó a galopar hacia mí y mirándola todo el mundo y apartándose para dejarla paso a ver donde iba, en una de las vueltas de campana que yo daba en el agua me cogió de una pierna con su boca y levantando el cuello me sacó del ahogamiento seguro que se me avecinaba. Comenzó a andar hacia la orilla y con cuidado me dejo encima de un mantel que tenía mi madre preparado para merendar. Se quedaron todos boquiabiertos al ver el milagro que había hecho la mula.

            Como me quedaba yo boquiabierto al escuchar la historia que Ángel me contaba. Y para que no hubiera duda del hecho milagroso se levanto una pernera del pantalón  por encima de la rodilla y me enseño una moradura en la piel que era la marca que le dejó la dentadura del animal por salvarle de tan trágico suceso.

-         ¡ Si es que sólo la faltaba hablar ¡

Ángel Traisset  ha cumplido cien años en 2014 y esta historia me la contó a mí un día tomando un chato de vino de los que aún con su edad toma.

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