imaginación

La imaginación es mas importante que el conocimiento

viernes, 31 de julio de 2015

El hombre de hierro


EL HOMBRE DE HIERRO

Ese hombre ibero, autóctono, ese lince en peligro de extinción, aún se le ve por los pueblos de la Mujer Muerta montado en un caballo o haciendo amistades con las fuerzas del orden, a las cuales tiene mucha atracción. Con botos camperos con mosquero, espelujado buscando párrafo, saludando a la comadrería de los bares o entre caballos que es lo que mas le gusta.
Quiero referir aquí un hecho que le sucedió, en el cual un caballo le arranco la cabeza de cuajo a este hombre de hierro y corriendo la cogió del suelo y se la volvió a poner.
Unos cuantos jinetes estaban atravesando una pared medio caída de piedras, uno de ellos se bajo de la cabalgadura porque el caballo rehusaba. como tirándole desde el suelo del ramal tampoco  saltaba el hombre de hierro cogió un palo largo del suelo y le daba en la grupa para obligarle a saltar. el caballo seguía rehusando. El palo se rompió por la mitad y ya era mucho mas corto lo que significaba que había que arrimarse mas a la grupa para darle. En un momento dado cuando el hombre ibero se acercó con su palo…..
¡!!!!!! puuuumbaaaaa ¡!!!!!!!
soltó el caballo una coz levantando la grupa con las dos patas atinándole en la cabeza con una precisión nítida.
        La coz sonó como un cañonazo, como si hubiera metido la cabeza en la bocacha de este artefacto y hubieran disparado haciendo la testuz de proyectil. La cabeza se arrancó de cuajo rodando por el suelo sin compasión. Instintivamente corrió tras ella, la cogió y con sus propias manos se la coloco como Napoleón el día de su coronación con la corona. Rápidamente le llevaron  al hospital y el grave accidente quedo en toda la cara amoratada y un ojo como una plaza de toros. al cabo de un tiempo se curó perfectamente.

        Yo es el accidente mas grave que he conocido con caballos.

domingo, 25 de mayo de 2014

Esquileo de burros 2014

En La Losa ya llevamos al menos quince años haciendo una fiestecilla alrededor de San Isidro patrono de labradores y ganaderos que consiste en esquilar los burros de la ganadería asnal de Miguel Puente y herrarlos o arreglarlos los cascos. Algún año esquilamos con maquina manual pero ahora lo hacemos con maquina eléctrica. un buen almuerzo para celebrar la fiesta cierra el trabajo.
Cuadrilla colaboradora
El ganadero MIGUEL PUENTE que tiene especial cariño a los burros porque su padre era panadero y toda su vida tuvo burros e iba con el carro a Segovia a por harina.
El esquilador, que también esquila ovejas.

Ejemplar esquilado
Ejemplar esquilado
Ganadero, esquilador, herradores, ayudantes y falta una burra que no se puso en la foto


viernes, 7 de marzo de 2014

La losa de CEPONES


La losa de Cepones

El reparto del agua siempre ha sido problemático, es un bien que durante algunos meses al año es muy escaso. y el agua es muy preciado para la vida de las personas y de los animales.

 Existía  un pueblecillo llamado Cepones en la falda de la sierra de la Mujer Muerta. Salvo en invierno primavera y otoño que tenía abundancia de agua algunos meses de verano eran duros para la subsistencia  por la escasez de ésta. Pero no tenía otra solución. Lo poco que había se lo repartían los ceponeros con buena amistad. El problema vino cuando una reina de España consintió en hacerse un hermoso palacio aguas abajo de donde se suministraban los habitantes de Cepones.

         Un verano tras otro una lucha sin cuartel por el agua. ¿Quién tenía mas derecho  la reina para su palacio o los habitantes de Cepones que desde tiempo desmemoriado se venían abasteciendo del riachuelo?

             Tras varias discusiones y con las amenazas de la reina, tuvieron que transigir los lugareños a un reparto de agua que no les convencía mucho pero no había otra solución:

“Dos partes para Cepones y una para el palacio”.

         Pero ¿Cómo se dividirían las partes?. Viene de antiguo el reparto de agua en “tejas”, que es la clásica teja árabe  de canal, haciéndola pasar el agua por ella.

         Mandaron a un cantero construir una gran losa de piedra en la que estaba esculpida una cacera en un canal. Hacia la mitad de esta losa la cacera se dividía en tres tejas de las cuales iban para el arrabal de Cepones dos y la otra al palacio.. A modo de “i griega” en la cual la cacera madre era el pie y los dos brazos uno con dos tejas y otro con una, así se dividía el agua. Se coloco la losa en el suelo haciendo pasar el agua por ella y así se repartía desde la cañada Real para abajo. A esta división se la llamo “la losa de Cepones” cumpliendo una soberbia función durante cientos de años.

         Dicha losa aun permanece en el suelo de la cacera aunque inutilizada pues en el siglo XX se hizo una presa aguas arriba con una caseta pero con el mismo mecanismo de reparto, haciendo entrar el agua a un repartidor había “tejas” o aberturas que volcaban el agua a un lado o a otro.

         En el año 2004 este mecanismo quedo anulado al hacer una gigantesca obra hidráulica consistente en que los meses de necesidad se trasvasaría agua desde el pantano de Revenga a un gran depósito siendo ya innecesario el reparto por tejas.

         Este reparto a mi siempre me ha llamado la atención, pues es muy acertado y sumamente curioso con la medida de las tejas. Yo me he quedado largos ratos mirando la losa de Cepones que permanece tapado con un bunker de hormigón y un bocín arriba con un candado para que nadie manipulara la medida.

         Así la losa de Cepones permanece olvidada e inútil en las faldas de la Mujer Muerta.

Angel Traisset. 100 años


El milagro de la mula Farruca


         -¡Sólo la faltaba hablar ¡- me decía el centenario Ángel Traiseset-  ¡qué buena era ¡ Te digo yo que si hubiera hablado la Farruca había ido a la escuela. Si es que era inteligentísima, noble, lista era el no va más. ¡Sólo la faltaba hablar. Te lo digo yo – repetía el anciano señor al que le gustaba bailar con su mujer y lo estuvo haciendo en las fiestas del pueblo hasta los noventa y tantos años. – A esa mula la enganchábamos al carro para ir a la pradera de San Isidro en Madrid lleno de chicos y tenía más cuidado de ellos que el propio padre. ¡Sólo la faltaba hablar! La mula Farruca hizo un milagro y te lo voy a contar para que perdure en los anales de la historia a ti que te gusta escribir.

-¿tú sabes el milagro de San Isidro en Madrid?

- Si – le conteste yo- Un niño cayó a un pozo y llegó San Isidro e hizo crecer el nivel del agua hasta el brocal para poder coger en brazos a la criatura.

- Si señor – decía- pues la mula Farruca en la pradera de San Isidro hizo otro milagro.

Estábamos toda la chiquillería bañándonos en el Jarama un San Isidro en Madrid. Allí llevábamos la merienda y toda la familia pasábamos un día de campo. Habíamos ido con el carro y la mula. Había miles de personas, y ella permanecía suelta comiendo hierba pero se yo que estaba pendiente de los chicos que había llevado en el carro por si a alguno le pasaba algo. Si es que ¡solo la faltaba hablar!. Si regañaba algún chico forastero con nosotros se acercaba la mula y con las orejas gachas rebuznaba y ponía en orden al extraño. Pues digo que estando el rio lleno de bañistas yo me metí muy adentro, tanto que como no sabía nadar me ahogaba braceando en el agua, nadie me ayudaba, yo me veía morir, tragaba agua y de una manera angustiosa intentaba salir pero no hacia pie. Voceaba, pedía auxilio, y yo creo que oyó mi voz. La mula Farruca que me vio entre toda la algarabía  de gente echó a galopar hacia mí y mirándola todo el mundo y apartándose para dejarla paso a ver donde iba, en una de las vueltas de campana que yo daba en el agua me cogió de una pierna con su boca y levantando el cuello me sacó del ahogamiento seguro que se me avecinaba. Comenzó a andar hacia la orilla y con cuidado me dejo encima de un mantel que tenía mi madre preparado para merendar. Se quedaron todos boquiabiertos al ver el milagro que había hecho la mula.

            Como me quedaba yo boquiabierto al escuchar la historia que Ángel me contaba. Y para que no hubiera duda del hecho milagroso se levanto una pernera del pantalón  por encima de la rodilla y me enseño una moradura en la piel que era la marca que le dejó la dentadura del animal por salvarle de tan trágico suceso.

-         ¡ Si es que sólo la faltaba hablar ¡

Ángel Traisset  ha cumplido cien años en 2014 y esta historia me la contó a mí un día tomando un chato de vino de los que aún con su edad toma.

viernes, 25 de octubre de 2013

DICHOS DE LA ZONA


DICHOS DE LA ZONA

“Vaca de Hontoria y mujer de Revenga a mi casa no venga.”

“Y de Madrona ni borrico ni persona”

         Hay un error muy común cuando se refieren al dicho de “en Madrona ni borricos ni personas” . No es “en”  es “de Madrona…”

         Existía un labrador matronense bragao

 tan avaro que ni su mujer veía nunca el dinero que éste tenía. Lo tenía escondido en un agujero de la cuadra y así, cuando necesitaba algo, sin que nadie le viera iba al agujero, quitaba la piedra que tapaba el escondite, cogía unas monedas y lo volvía a guardar. Hasta que un día su mujer se enteró dónde lo guardaba, era en un apartado dentro de la cuadra donde guardaba el burro, falso como una mula, que igual le daba morder que dar tainas a cualquiera que entrara cerca de su pesebrera, excepto a su dueño que le tenía bien enseñado y allí estaba a buen recaudo el dinero.

         De Revenga era la mujer del tacaño, hacendosa como todas las de ese pueblo, pero sin dinero, pues su marido no le daba ni para comer cuanto más para vestir. Pero la revengana observó que su marido se llevaba el burro de vez en cuando para ir de feria, momento éste que aprovechaba para ir a la cuadra, acercarse al agujero donde el cicatero de su marido guardaba el dinero, y sisarle unas monedas sin que se diera cuenta. Sabía que estando el burro en la cuadra no lo podía hacer por lo falso que era pero no estando, tenía vía libre. Estuvo así la mujer mucho tiempo, cogiendo algunos dineros sin que el roñoso  se enterara. Pero tuvo la mala suerte que un día estaba una vaca a bocaparir y volvió pronto el marido de donde estaba, pillando a la mujer en la cuadra del burro sisándole el dinero:

         -¡anda güizara – decía el rácano- como me robas los dineros cuando no está el burro en su cuadra. ¡Vaya mujer que me he echado, de Revenga tenía que ser! Como esta vaca que se ha muerto a bocaparir y la compré en Hontoria. Está visto que hoy no es mi día: “vaca de Hontoria y mujer de Revenga a mi casa no venga”- sentenció el avaro matronense.

A lo que la revengana con su inteligencia femenina añadió:

-“ y de Madrona, ni borrico ni persona “-

 

martes, 8 de octubre de 2013

EL MOLINO HERREROS


EL MOLINO HERREROS

         LEYENDA DE MADRONA

         Yo oía contar esta historia en la fragua y en el molino como uno de los más extraños casos que en el mundo han sucedido, yo oía contar esta historia en la barbería y en la taberna, yo se la oía contar a las mujeres que escuchaban en la radio “El coche número trece” mientras cosían a la sombra y la utilizaban como conseja, yo se la oía a los viejos de boina y garrota en el atrio de la iglesia, yo se la oía a los hombres cuando querían enseñarte algún ejemplo de bravuconería, yo se la oía contar a los padres cuando querían enseñar a sus hijos que a la palabra dada no se falta nunca, yo se la oía contar….. Bueno, así es la historia:

         Existía un molino de agua en Madrona en el fondo del soto, donde se juntan el rio Herreros con el Milanillos al cual acudían a moler gentes de Fuentemilanos ya que allí no había rio y por lo cual no había molino. Estaba un día un lugareño de ese pueblo llamado Arnal con el molinero, que había bajado el carro tan cargado que una vez molido casi no cabía en el carro la harina, que debería de ser la misma carga que el trigo antes de moler pero abultaba mas.



         Dijo el molinero:

         --Arnal, tu no subes con toda esta carga a Fuentemilanos, la cuesta que tienes antes de llegar a la cárcava es muy empinada, y una cosa es bajar y otra subir, llévate mi burro y le enganchas de encuarta.

          --tu no sabes lo que dices—vociferó el bragao—mis bueyes son los mejores  del mundo, subirán la cuesta sin inmutarse, y si no la suben me corto los huevos.

         Fanfarronería no le faltaba al de la fuente de Perdigones.

--lo dicho Arnal—sentenció por última vez el molinero—si tus bueyes no suben la cuesta el próximo día que vengas por aquí tu sabrás lo que te tienes que cortar.

--¡ Juro por Dios que me corto los cojones ¡

         Se puso en marcha el fanfarrón y cuál sería su sorpresa que a la mitad de la cuesta los bueyes se pararon. Ni dando voces, ni ayudando él a una rueda, ni pinchándoles con la injá, los bueyes no podían subir. Sudoroso y muy rápido se subió al carro y tiró unos cuantos sacos para aligerar peso  hasta que consiguió que la pareja subiera.

         El molinero que estaba viendo esto escondido desde lejos con su burro cogió los costales caídos y se los llevó a su molino. Cuando Arnal quiso vaciar su carro y volver a por los sacos que había dejado en la cuneta ya no tenía ninguno. No se atrevió a ir al molino. Con la cabeza gacha se volvió a su casa.

         Quiso la mala fortuna que otro día tenía que ir a arar y pasar por delante del molino de Herreros. Viéndole el molinero le paró los bueyes, se acercó al ubio y en un agujero que este tenía llevaba una azuela, ofreciéndosela a Arnal le dijo:

          --cumple con tu fanfarronería y te llevas los sacos que te faltan.

         Y uno de Fuentemilanos podrá faltar a misa un domingo o hasta si me apuras un poco a la procesión del Cristo del Consuelo pero a su palabra no falta nunca, “la palabra de un hombre está por encima del cielo y de la tierra”. Bajándose los pantalones puso los testículos estirados en el timón del arado que llevaban los bueyes y de un tajo certero con la azuela quedó castrado como un eunuco, como Orígenes que para alcanzar la suprema virtud cristiana se privó de las partes masculinas voluntariamente o como los cantores del Vaticano que regocijaban los oídos del papa Clemente VIII. ¡ Capón de por vida ¡

         --¡la palabra de un hombre está por encima del cielo y de la tierra”—repetía  el labriego mientras se hacía un rústico vendaje.

         El molino Herreros existió en ruinas  hasta el 1800. La pradera que estaba en la parte de debajo se llama “pradera del molino” que llega hasta el camino de Paredones (Bernuy de Palacios), la pradera que estaba en la parte de arriba se llama “molino Herreros” que es desde el puente sobre este rio en la N 110 hacia abajo. No “molinguerreros” como algunos dicen si no prado de molino Herreros. Y ¿ cómo decir que se llama la cuesta que no subió el carro?. Todos los de Madrona y Fuentemilanos lo saben, unos porque es trabajosa subirla andando, otros porque es empinada para las bicicletas, otros porque han volcado con el coche en ella, en fin, que todo el mundo lo sabe, aunque se ha distorsionado la palabra y por apócope dicen “el cuestarnal”, pero es “ la cuesta de Arnal”

 

lunes, 31 de diciembre de 2012

Leyenda: EL ENTIERRO DEL CONDE


Gustábale al conde el pasear por entre los montones que en las eras de Torredondo tenía, para regocijarse de la gigantesca cosecha que todos los veranos recolectaba.
Miraba como sus criados trabajaban para que la cosecha estuviera a punto para meterla en los graneros. Allí había segadores, acarreadores, gente que trillaba , mujeres y mozalbetes que ayudaban a barrer la era, a llevar el botijo o el almuerzo o la alforja o los múltiples quehaceres que hacían falta en una hacienda tan grande y de un ricohombre tan avariento como era el conde.
Atinaron a pasar por allí dos pobres de solemnidad que medio descalzos y mal vestidos se acercaron al noble señor con humildad y le pidieron limosna. Enfureció se el ricohombre diciendo que había sido un mal año, que apenas había cogido cosecha y que además, esos pobres vergonzantes y tullidos que van por los caminos pidiendo limosna no son de su agrado.
Ante tal acto de soberbia del conde y tan gran avaricia por no querer dar una limosna, un pobre le echó esta maldición:
" Que te entierren dos pobres bocabajo "
Harto estaba el conde de que tanto pordiosero le echase maldiciones, él que creía llevar una vida de santidad porque ayudaba de su pecunio personal a construir una capilla para su sepulcro en San Martín, una iglesia de Segovia al lado de donde tenía su casa y torreón.


________________________________________
Pasaron los años y se encargó de decir a sus hijos y familiares que no acudiera ni un solo pobre a su entierro, sino solamente la “Junta de Nobles Linajes” y que el día de su cabo de año se predicaran sus virtudes en esa iglesia.
Tras morir el rico avariento y predicar el obispo frente al cuerpo yacente colocado en el centro de la iglesia iba a ser conducido a sepulcrar a la capilla de su propiedad, cuando desde atrás de la iglesia se oyó un murmullo y dos pobres haraposos avanzaron por el pasillo para coger el cadáver. Un grito ahogado entre los allí presentes se escuchó y con ojos expectantes se pusieron la mano en la boca para contener la respiración


________________________________________
Avanzaron los mendigos, cogieron el cuerpo del conde entre los dos y caminaron hacia su sepulcro. Tuvieron mucho cuidado de poner el cadáver boca abajo, como la maldición decía.
Bajaron la tapa y la sellaron con plomo y estaño, y por el mismo camino que habían venido se fueron los vagabundos, dejando a la concurrencia boquiabiertos.
________________________________________
Cientos de años después, allí está el sepulcro con su inconfundible escudo:
AGUILA, CASTILLO Y CRUZ.